Estos ensayos nacen de una necesidad vital, que brota de mi interior como lava volcánica, de decir mi palabra, por mi patria ancha latinoamericana, aquella que Martí llamó Nuestra América, y por la tradición irrenunciable de la fe cristiana, la del Éxodo y del Crucificado, la de los profetas, mártires y perseguidos. Los he escogido entre muchos otros posibles porque convergen en tres ejes temáticos que han sido en mi vida fuente de muchos desvelos literarios e intensas tertulias: la cristianización del Nuevo Mundo, estudiada desde una perspectiva crítica que evade la hagiografía, las aproximaciones entre la religiosidad de nuestros pueblos y la literatura, y, finalmente, la posibilidad de forjar una teología profética de justicia y paz, en la que resuenen las memorias clandestinas y marginadas pero nunca totalmente suprimidas ni olvidadas de las escrituras sagradas.