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¿Qué queremos preservar de nosotros [. . .] por si ya no nos queda país? Con esta pregunta, Ana Teresa Rodríguez Lebrón, cambia las reglas del juego y se aleja de los discursos individualistas de los libros de autoayuda para acercarnos. Que nadie se llame a engaño, reflexionar desde la cuneta es pensar desde lo mas bajo. Requiere talento. Sus columnas nos acercan y distancian al mismo tiempo. Asumen la desigualdad compartida. En este libro tenemos licencia para estar mal. No hay que hacerse el héroe ante lo obvio.

Los problemas del país se nos presentan como cualquier conversación de chinchorro un domingo que sabe, le queda poco para que llegue el lunes, y en la que se concluye que hay que pensar bien antes de montarse en un avión sin caer en nacionalismos. Desde la cuneta se narra entre lo cotidiano y la rabia cómo asimilar la derrota de un país siempre en ciernes. Al mismo tiempo, desde ahi reconoce que somos libres en el momento en que descubrimos en el otro la misma cicatriz. En estas columnas hay grietas, destiempo, lo político se plantea desde la indignación y ¿por qué no? desde la esperanza en lo común; no somos especiales, todos tenemos un ombligo.

La autora observa, se piensa y nos piensa desde el post a media noche en una red social hasta sus columnas en el periódico. Su estrategia es acercarnos desde eventos cotidianos a lo político. ¿Cómo responder a que nos degradaron el crédito, asesinaron a otra mujer y a las micro-agresiones diarias de una cultura racista cuando estamos en la fila del banco?

Rodríguez Lebrón, afirma que la tristeza se lleva con dignidad, porque hay otras tristezas mas dignas siempre, toda vez que convida a reírnos de las ruinas delo que nunca fue. Reconoce que no hay fórmulas mágicas; construimos sociedades como nos construimos en lo personal y eso requiere interrogar a la memoria. Recuerda que toma tiempo y esfuerzo esto de revisitarnos y seleccionar discriminadamente que queremos preservar de nosotros por si ya no nos queda ese país que inventamos. A fin de cuentas uno no se quita de la cuneta.

De la cuneta se entra y se sale.
-Abdiel Echevarría Cabán / Escritor